viernes, 8 de febrero de 2008

Pío, Pío.

30 horas de comida de avión son unas cuantas horas de comida de avión.
Confirmo los rumores. Singapore Airlines mola y hace cástings para elegir sus azafatas.
Ni mi abuela me habría tratado tan bien.

Dicho esto, la verdad es que llevo dos días por aquí, pero aún no he aterrizado. Sigo flotando un poco. El Jet-lag se lleva, y además se deja llevar. Es fácil si te despiertan los pajarillos que vienen a perpetuar la especie frente a mis ventanales. Muy majos.

He visto a gente que va descalza por la calle, he visto japoneses que son kiwis, he visto la torre de comunicaciones por la noche, y he visto a guiris con la camiseta del Barça.
He hablado con dos tipas canadienses, con un judío de Israel, con dos irlandeses de Bélfast, y con el indio de un supermercado. No son muy de aquí. Simplemente llegaron un día, vieron esto, y decidieron quedarse.
Los entiendo, la verdad.

Ayer me pasó una cosa curiosa.
Salí por la noche, a darme una vuelta por la ciudad, y cuando llevaba un rato caminando, se me aparece un platillo volante, me suben haciendo fuerza, me ponen unos pinchitos de fútbol en casa (parecían banderillas picantes, pero no me atreví a probarlas, por si eran otros macianos más pequeños con forma de pepinillo)y me cuentan nosequé del precio de los pisos (el idioma lo llevo fatal) y que sale mejor estar girando por el aire.
Luego me preguntaron por una calle, y les dije que yo estaba más perdido que ellos.
Entonces empezaron a soltar una babilla por su segunda boca y roncaron. Creo que era risa.
Me dejaron dos calles más abajo de dónde estaba y quedamos en llamarnos un día.
Buena gente, o cosas, o lo que fueran.

Aquí os paso el testimonio.
Prometo que no es un montaje.



Hoy me he pegado un pateada desde Beach Road, mi calle, hasta New Market. Eso sinifica que por el camino te haces Parnell. Un supuesto barrio "chachi" con tiendas cool, y cosas de esas.
No hay tiendas cool. Os lo garantizo. Quizá algún ápice de modernez del palo Mitter, en Berlín. Pero nada "cool". Ni puñetera falta que les hace, la verdad.

Eso sí, la ropa surfera está tirada de precio, y las Converse te las venden en supermercados, casi al kilo.

Cuando he vuelto, lo he hecho por el "parquecito" de la ciudad.
Por partes, parece una jungla y por otras el escenario de "Qué verde era mi Valle". Es impresionante que tengan eso en medio de la ciudad. En España habrían montado cuatro campos de golf, nueve geriátricos, y un centro comercial. Y todos ellos para gigantes.
Aquí no.
:)



No Silvia, aún no he visto pingüinos. Pero por el parque este me he asustado cuando se ha acabado una canción de Spoon que estaba escuchando. En ese momento escuché a miles de grillos diciéndose cosas a la vez, todos a mi alrededor.
Parecía el Sónar.

Me reservo mis horas de playa para la isla Sur o para algo más de fin de semana por el Norte. Pero aquí en Auckland me toca tirar de mi parte urbanita durante un tiempo.
Quizá la semana que viene me escape un rato, quién sabe.

Esta noche sigo.

abrazos.
:)

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