El 5 de Febrero vuelo hacia Auckland, Nueva Zelanda. Ese lugar que está a tan solo 32 horas, cuatro mil chicles de nicotina y diecisiete bolígrafos bic para roer, de distancia de Barcelona. También se le conoce como Atomarporculolandia.
La intención de todo esto, quién sabe. Supongo que olvidarme de mí mismo durante una buena temporada. Eso sí. Hay un plan. Siempre hay un plan.
Durante dos meses vagaré por la isla Norte, haciendo base en Auckland. De lunes a viernes clases de inglés. Los fines de semana fiambrera y manta.
En Abril, bajaré a la isla Sur. Allí buscaré alguna granja de elfas y alguna taberna de orcos. Y mientras todo esto suceda, me dirigiré hacia mi antípoda exacta, tomando como referencia mi casa de La Coruña: Arthur's Pass.
Añeja ruta entre montañas, para peregrinos adoradores del vil metal (metal dorado, que no barón rojo).
Una vez allí, habrá que beberse un orujo y charlar un rato con mis dioses gallegos. Hay un par de cosas que quiero preguntarles. Quizá acabemos a leches, quién sabe.
Lo que es seguro, es que lloverá.
Veremos qué nos encontramos.
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