viernes, 25 de abril de 2008

Queenstown. La madre del cordero.



Queenstown mola.
En sí mismo, vaya.

En Queenstown hay un parque espectacular con un campo de frisbie junto al lago.
Algún día os explicaré cómo juegan aquí al frisbie. Es espectacular y bastante divertido. Nada de tirárselo al perro. Es más del tipo golf acrobático.

También hay un garito de hamburguesas que mola, y unas camareras de un café que siempre sonríen cuanto les pides un capuccino con acento español porque les haces gracia. Como tienen la calefacción puesta, se les ponen unos coloretes que cierra por completo la imagen de manga.

También está el D.O.C. (departamento de conservación, los gnomos que cuidan de los bosques y a los que informas de que quieres irte al monte) de la zona. Muy a mi pesar.
Quería yo hacer el Roterburn Treck. Huir de los ingleses borrachos, de las tiendas de ropa de snow, y de los precios desorbitados del supermercado del pueblo.
Mi rodilla decidió que no, que no había treck.

Ella sigue maltrecha desde el río aquel, para mi infortunio. Cada escalera que subo, duele. Cada mañana, duele. Cada vez que hace frío, duele.
Algo va mal, y me tocará ver al médico cuando vuelva a Barcelona.
No es que me vaya arrastrando, pero vaya. No quiero quedarme tirado en un trecking de tres días. Decidí prevenir y no curar.
Si no puedes huír de ellos, únete a ellos.

En Queenstown todo está conectado. La llave de tu habitación te da un 2x1 en el bar Búfalo. Si la secadora no seca, te apañan un lavado pagando y un secado "tal vez no" en la lavandería de al lado del hostal. Si quieres contratar cualquier cosa, hazlo mediante alguien porque alguien conoce a alguien que hace descuento a base de alguien.
Es la única ciudad que he visto en mi vida, con dos puestos de información, uno frente al otro, haciéndose la puñeta para ver quién consigue más clientes. Por momentos me recordó a los conductores de tuktuk de Tailandia.

Por la noche, es asi:


Y también así:


Sorpresa, sorpresa.
Un futbolín catalán, en el Altittude. Sin duda, el peor bareto de Queenstown.
Cuando lo vi, me perdí. Imaginé que era decoración. El mejor lugar lugar para un futbolín, sin duda, no es junto a la chimenea. Sobre todo para los que juegan con el culo en el fuego.
Pero yo, curioso cual mapache, me acerqué a olisquearlo. Y olía bien.

Val, que afirma que en Bélgica el futbolín de un pata es deporte nacional, se merecía un repaso.
No tuve rival en ese bar, ni en las cuatro noches que pasé en Queenstown.
Dicho sea, que el nivel era más bien bajo.
Ese futbolín, me salvo de las fauces del mainstream de los clubes del pueblo. Ese futbolín, que ha viajado medio mundo, para acabar en el bareto en donde se encierran los cachorros de Kiwi Experience. Oh, pobre futbolín, pobre de tí.
Imagino que no tardará ni un año en convertirse en astillas para la hoguera, a manos de un brittie cocido entre sus babas.

De día, la actividad estrella es el Bungy Jumping. Es decir, saltar de un puente cabeza abajo, atado a una cuerda elástica.

Yo iba decidido a hacerlo, pero después de haber saltado de la Sky Tower, de haberme tirado de un avión, y de haber sobrevivido al "Starky" style de Val en la doma de Janis, mis dosis de adrenalina estaban cubiertas.
Además, ver todos esos buses repletos de gente con la intención de hacer exactamente lo que quieres hacer tú, le quita toda la emoción al asunto. Le da un aspecto de fábrica que al menos a mí, me echa para atrás.
La otra cosa es que es caro, y que por encima del bungy, quería irme al Milford Sound.

Una noche me bastó para entender que en esa ciudad, poco puedes hacer sin gastar una cantidad ingente de dinero. Poco, salvo dormir la resaca.

De mis cuatro días en Queenstown, el tercero tocó otra despedida. Val se volvía a Australia.
Os hablaré de este prohombre con el que me he recorrido media media Nueva Zelanda.



Val es un belga que desea ser guionista de cómics, que ha sido arrestado más veces que Keith Richards, y que lleva ahorrando desde la adolescencia para rodar su primera película, en la que hay una ruleta, un cristiano, y un puñado de dólares sobre la mesa.

Se vino a Nueva Zelanda desde Australia, el mismo día que en Australia le dijeron que tenía que abandonar el país. Pidió otro visado de trabajo, hizo la mochila, se subió a un avión y decidió gastarse el dinero que había ahorrado currando con los aussies.

De pequeño fue sordo, y ahora se pasa casi todo el rato escuchando.

Ha perdido tres cámaras de fotos, se ha dejado el ipod en el coche que le recogió cuando hacía autostop y se ha olvidado el peine dentro del frigorífico del hostal de Greymouth.
Todo eso, en menos de un mes.
En su haber, una claúsula que envidio por encima de todo: "Nunca, jamás, volveré a estresarme".

Val es un tipo ciertamente divertido.

Lo pongo en la estantería, allí junto a Chalid, junto a Britta, Junto a Skyler, junto a todos los que he ido conociendo y no sé si volveré a ver algún día.
Uno nunca se acostumbra a decir adiós a este tipo de gente.



See'ya in Brussels, Val!!!
You're definitelly great!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola Soy Martin de San Luis, Argentina. Les cuento que llegue hace una semana a Queenstown y la verdad no la estoy pasando nada bien.
La ciudad es hermosa, eso es sierto, el probebla es que yo estoy solo, no consigo trabajo aun y para colmo de males no se ingles. La verdad es que estoy muy preocupado, me quedan 10 dolares para vivir, dado que aqui para alquilar una casa hay que pagar una garantia muy alta que me vacio la billetera.
Por favor si alguien esta en Queenstown o esta por venir escribanmen asi por lo menos conosco a alguien latino.
Además estare muy agradecido si me tiran algun dato respecto a donde puedo encarar para conseguir trabajo, donde estudiar ingles, si alguien sabe de alguna oferta laboral, si alguien conoce gente que me pueda dar una mano por favor ayudenmen!!! Desde ya muchas gracias y estare a la espera de una respuesta favorable. Me pueden escribir a mmijalopulo@hotmail.com o a aniviteri@hotmail.com
SAludos grandes desde aqui!