lunes, 28 de abril de 2008

Carros de Fuego.



Saliendo de Queenstown, y camino de Christchurch.
Quedé con Alexia en recogerme frente al Bungy Jumpy Center. Ella fue a buscarme al "Bungy Jumpy Hostel".
Eso nos da un excelente leimotiv de los personajes.

Alexia es chilena. Deportista, educada, simpática, de buena figura y excelentes contornos. Perfil griego y tez tostada.
Alexia nos condujo en su coche con la tapa del depósito de gasolina abierta durante todo el camino. Alexia nos hizo escuchar durante horas una y otra vez la banda sonora de Carros de Fuego(justo después de los grandes éxitos de Enya, y justo antes de un disco que había grabado su hermano, que debe de hacer música para juegos de móviles). Alexia soltó las manos del volante y se las llevó a la cabeza porque había un possum en la carretera.

Siete horas con Alexia.

Llegamos a Christchurch, y salté del coche en marcha.
En mi habitación conocí a tres japoneses.
Me quedé frito.

A la mañana siguiente, decidí pirar de esa ciudad. Tres días esperando un avión es algo que sólo puedes hacer si eres Humprey Bogart. Me subí al norte, a Kaikura.

Kaikura es un pequeño pueblo, con una hermosa playa situada frente a una fosa abisal.
Es decir, que si haces pie, es que mides un par de miles de metros de pies a cabeza.
La atracción local son las ballenas.
Si vas a Kaikura, has de ver ballenas o bañarte con delfines.
Kaikura es así:


Un canadiense que conocí en mi hostal, me dijo que lo mejor que se podía hacer, era ir a pescar en bote. Es más barato, te consigues tu cena, ves a los bichos, y las historias son mucho mejores.

Aquí, comienza otro tipo de periplo. El de intentar ver un partido de la Champions League en Nueva Zelanda.
El Barça-Manchester empezaba a las seis y media de la mañana.
Me desperté a las seis. Desperté a todos los de mi habitación. Me levanté a las seis y cuarto.
A las seis y media allá estaba yo como un pepe, buscando un garito por el pueblo.
El pueblo estaba todo cerrado. El pueblo dormía.
Allá me encontré con otros ingleses. Del Manchester. Siete holligans del Manchester.
Perdidos como yo. Esputando monosílabos.

Conseguí hablar con alguien del pueblo. Me mandaron a las afueras. A medio camino entre mi pueblo otro pueblo. A un lugar llamado Robbie's, donde servían desayunos y tenían Sky TV (el plus de aquí).

Llegamos a Robbie's a las siete y media. Llegamos a Robbie's. En Robbie's había desayunos, Sky tv, y CRICKET.
Desayuné viendo un partido de Crícket. No tenían contratado el paquete de canales donde pasaban el fútbol europeo.
Los partidos de Crícket pueden durar cinco días, así que decidí no esperar a que acabara conmigo.
Al menos, me invitaron al carajillo de Balleyss.

Decidí hacerle caso al canadiense, me enrolé en un barco pesquero, y se me unió Andy, un inglés de mi hostal.
El capitán, el fisherman friend's, llamó a las doce para decir que a la una, a la una para decir que a las dos, y a las dos para decir que olas de cuatro metros y que va a ser que no.
Nos alquilamos unas cañas, nos compramos una caja de birras, y de allí a la playa.





A esas alturas ya nos habíamos juntado dos ingleses, dos checos, un irlandés, y una escocesa.
Los peces decidieron no venir al encuentro.
Uno de los checos, decidió invertir el único dinero que tenía para su cena, en la caña de pescar.
Pobre checo.


Allí en Kaikura, me encontré a un Israelí que había conocido en Greymouth. Un tipo curioso.
Resulta que muchos Israelíes se vienen a Nueva Zelanda cuando acaban el servicio militar (los tres años de servicio militar) para darse unas vacaciones.
Con él me estuve bajando botella y media de vino, escuchando historias de la guerra.
Historias tristes, la verdad. En especial la de un niño al que tuvo que amenazar con una arma por miedo a que llevara explosivos en un toque de queda.
Historias duras.
Le conté que estuve en Siria, y también en Israel. Que ambos pueblos me impactaron. Llegamos a un término medio. Deseamos que hubiese paz algún día, y ninguno de los dos creímos que eso pudiera llegar a ocurrir.
Una charla interesante.

En Kaikura estuve dos noches. Riendo con los ingleses la mayor parte del tiempo. No es fácil toparte con dos ingleses sobrios en Nueva Zelanda. Chris y Dany acostumbran a estar siempre borrachos, pero su mente es bastante lúcida. Hermanos desde pequeños. Viajando desde hace años.


De Kaikura, me volví a Christchurch. Decidí apostar por otro backpackers.
New Excelsior Backpackers.
Bingo.




Resultó que hallábame yo en el lugar, y en el momento adecuado para acabar mi periplo por la Isla Sur.
Blues de Auckland Vs Crusaders de Christchurch.
El Madrid - Barça de las antípodas.
Rugby.

En mi hostal coincidí con dos canadienses y un tio de Miami (miamiero?, miamense?) fanáticos del rugby. Los canadienses eran siameses, y uno de ellos curraba en NZ por su pasión por el rugby.
De repente me encontré en el estadio, gritando algo así como "camón, camón, camón Crusaders, kil de bol, kil de bol!!!, para sorpresa de la grada, y de mis parteners (comprendan que en el rugby puedes comprar cerveza, que con cuatro cervezas te regalan una bufanda, y que allí hacia mucho frío).

Lamentablemente, no hubo Haka. En lugar de la Haka sonó la Cabalgata de la Walkirias, apareció un helicóptero, y unos tipos se bajaron de él.



Luego unos veteranos de guerra dijeron cosas y desfilaron por el campo.
Era el día de ANZAC. Un tratado entre los países de Oceanía para ser aliados en la Segunda Guerra Mundial. Si buscáis Gallipolli en google, veréis algo del tema. Son unos cuantos los antipodeños que nunca salieron de allí.

Volvamos al rugby:




Los Crusaders ganaron. Y salimos del estadio con una turca de la leche.
En nuestro hostal había barbacoa y fiesta, para alegría de la pobre holandesa que dormía en nuestra habitación. Holandesa con fiebre en habitación con ventana al mismo nivel que la fiesta.

Cuando acabó la fiesta llegamos nosotros.
Después de haber pasado por unos cuantos lugares, y por unas cuantas cervezas.



Lo último que recuerdo de esa noche son dos franceses que aseguraban conocerme de Queenstown, y algo de charla con la holandesa cuando llegué al hostal.

Volé a Auckland a la mañana siguiente.
Rob tenía mis llaves.
Rob le dijo a Mireia, "ha pasado por aquí Rubinho, con una resaca de tres pares de mondongos".
Estuve durmiendo dos días.

Vaya resaca.





Acabo de cenar con Mireia en el japo del barrio. Es la una de la mañana y en Auckland llueve.
Mañana salgo hacia Barcelona.
Salgo a las doce veinticinco de un día que es veintinueve y llego a las ceronueve del día siguiente que es treinta.
Unas veintitantas horas de distancia, y unas treinta y tantas horas de vuelo.
Toda una vida.
Cosas del futuro.

Chim-pón.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Rubiño, te veremos de nuevo en Barcelona!!! dale un besazo a Mireia,
Petons/bicos
martiña

Anónimo dijo...

Joder, ¡que no has parado de escribir los últimos dos o tres días!
Ayer ya me llevó parte de la mañana (en el trabajo) leer las rubinho´s tales, y hoy otra vez.
Mola.
Bueno y llega el final, ohnibur se queda atrapado en un mar de historias & tales, del otro lado austral.
Bon voyage rubinho.